dientes y ciudades
¿Sentís el aire habitarnos la piel?
Mis miles de brazos intentan acariciar cada respiración de las paredes y un frío ya no nos impide correr, hoy las calles están desnudas y siento tus piernas, en cada cruce de calles, envolviéndose en mis dientes y los aprieto para masticarlas.
Ya no son mis dientes soledades, ya la ciudad tiene el agua de tus labios y ya no la sed. Sin improvisación posible, murmuro frecuencias de sonidos que no escapan a la muerte sino sienten el goce de su abismo y copulación; y lo que no sé, cuando golpearse la cabeza con la ventana del colectivo, lo aprendo al dormir sobre tus pechos y sus dominios y ya no hay pesos ni caídas y Newton nos odiaría por eso.
Las matemáticas no me permitirían contabilizar la agrupación de besos posibles en tu entrepierna, porque cada lugar de tu piel se extiende y se convierte en ciudad sin sus ruidos ni apuros.
Tu cara mirándose al espejo intentando reconocerse y llorar en un orgasmo, con un grito que recuerden las generaciones y sus muertos... y fuerzas que no son mías, sino del universo, abren tus jardines y acaban en tus labios.
Mis miles de brazos intentan acariciar cada respiración de las paredes y un frío ya no nos impide correr, hoy las calles están desnudas y siento tus piernas, en cada cruce de calles, envolviéndose en mis dientes y los aprieto para masticarlas.
Ya no son mis dientes soledades, ya la ciudad tiene el agua de tus labios y ya no la sed. Sin improvisación posible, murmuro frecuencias de sonidos que no escapan a la muerte sino sienten el goce de su abismo y copulación; y lo que no sé, cuando golpearse la cabeza con la ventana del colectivo, lo aprendo al dormir sobre tus pechos y sus dominios y ya no hay pesos ni caídas y Newton nos odiaría por eso.
Las matemáticas no me permitirían contabilizar la agrupación de besos posibles en tu entrepierna, porque cada lugar de tu piel se extiende y se convierte en ciudad sin sus ruidos ni apuros.
Tu cara mirándose al espejo intentando reconocerse y llorar en un orgasmo, con un grito que recuerden las generaciones y sus muertos... y fuerzas que no son mías, sino del universo, abren tus jardines y acaban en tus labios.
1 Comments:
At 1:07 PM,
Penélope Collado said…
Es hermoso. Como lo cotidiano, lo inexpugnable del mundo (colectivos -aqui en Rep Dom le llamamos guaguas-, Newton,...) se mezcla con ese tiempo detenido por dos en una misma habitación, con esos segundos que los amantes roban al infinito.
Me alegraste el día.
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